El día aparece, se observan algodones que convierten el cielo en blanco, que toman distintas formas al cambiar el clima.
En un bello atardecer,
el cielo se tiñe de colores;
y, al anochecer,
los brillos son desprendidos de a montones.
Maravillado, observé sus facciones, brillantes a la luz de la luna: al despegar sus párpados, sus ojos celestes se alumbran y al sonreír, las perlas de su rostro se iluminan.
Brilla a lo largo el día, sus rayos desprenden destellos luminosos. Pero durante nuestra noche no se lo ve: se encuentra escondido en el otro hemisferio.
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